La música produce un amplio abanico de
respuestas que pueden ser inmediatas, diferidas, voluntarias o involuntarias.
Dependiendo de las circunstancias personales (edad, etapa de desarrollo, estado
anímico, salud psicológica, apetencia) cada estímulo sonoro o musical puede
inducir una variedad de respuestas en las que se integran, tanto los aspectos
bio-fisiológicos como los aspectos efectivos y mentales de la persona. A nivel
mental, la música puede despertar, evocar y fortalecer cualquier emoción o
sentimiento.
A la hora de plantearnos por qué existe la
música, distintos autores han construido opiniones variadas al respecto. Según
Steven Pinker, psicólogo y científico cognitivo, la música cosquillea varias
partes del cerebro, al igual que una tarta de queso hace lo propio en el
paladar. En general, podemos afirmar que cualquier actividad importante para
nuestra supervivencia, ya sea comer, tener relaciones sexuales o llevar a cabo
determinadas actividades físicas, nos produce placer. De esta forma, y gracias
a este incentivo o recompensa, la evolución se asegura de que tenemos una buena
motivación para reproducimos, alimentamos y mantenemos en buena forma física,
requisitos fundamentales para que la especie no se extinga. No obstante, hemos
aprendido a puentear nuestros sistemas de recompensa para acceder directamente
a ellos. Ingerimos alimentos que carecen de valor nutritivo y mantenemos
relaciones sexuales sin intención de procrear, simplemente por el mero placer
de comer grasas y dulces o disfrutar del sexo. Según Pinker, lo mismo ocurre
con la música: es una especie de botón mental que, al apretarlo, hace que nos
emocionemos y experimentamos sensaciones inalcanzables por otros medios.
El placer que dispensan todas estas actividades,
incluidas la música, es "culpa" de la dopamina, un neurotransmisor
que es secretado por el cerebro. Forma parte del "sistema de
recompensa" que refuerza comportamientos indispensables para la
supervivencia (buscar comida), o que desempeña un papel en la motivación
(conseguir dinero) y la adicción (consumir drogas).
La música también nos puede producir este
intenso placer. Escuchar de nuevo una canción que hace tiempo no oíamos, vivir
intensamente un concierto, descubrir un nuevo tema en la banda sonora de
nuestras vidas. Detrás de este sentimiento causado por algo tan abstracto como
la música también se encuentra la dopamina. Hay estudios que nos sugieren que
nuestros niveles de dopamina son hasta un 10% más elevados cuando escuchamos
música que nos agrada. Esto demuestra que las personas obtenemos placer de la
música, una recompensa abstracta, la cual es comparable con la que logramos con
estímulos biológicos más básicos.
¿Provoca el mismo efecto en todas las personas?
¿la música es verdaderamente un lenguaje universal, como suele afirmarse? De
acuerdo con un estudio del Instituto Max Planck de Neurología de Leipzig
(Alemania), la respuesta a este último interrogante es afirmativa, ya que los
sentimientos expresados musicalmente se entienden igual en todo el mundo y la
música logra superar sin mayores dificultades las barreras entre las culturas.
Fuente: jesusgonzalezfonseca.blogspot.com
1 comentario:
Soy un amante de la musica y también un músico frustrado, por eso disfruto de quedarme en casa viendo recitales por internet, o escuchar buenos discos. Normalmente en los departamentos en buenos aires en donde me quedo suelo escuchar jazz, que es mi genero favorito
Publicar un comentario