lunes, mayo 27, 2013

La calidad en el Jazz

Guía mínima como para distinguir (la improvisación, la firma y lo innombrable) 
¿Cómo explicar que el jazz no es música de ascensor? ¿Cómo explicar que se encuentra cerca de lo popular y lo culto al mismo tiempo? ¿Habrá manera de hacerle entender al comprador de que aquellos discos baratitos que se consiguen en los anaqueles de ofertas del supermercado de quién sabe qué músicos que no está escuchando jazz sino un remedo?
Sigamos. ¿Por qué Ben Webster con su saxofón suave y discreto, Charlie Parker y su nerviosismo, Thelonius Monk y su piano minimalista y preciso sí tocan jazz pero no Kenny G ni Spyro Gyra?
La mejor forma de entender el jazz es escuchando, pero además se tiene que aprender un poco sobre él. El jazz exige cierto esfuerzo del escucha más allá del puro oído.
Se puede suponer que el jazz tiene dos características esenciales muy fáciles de determinar y una más que se escapa a las palabras, porque la escritura fosiliza la experiencia.
La primera característica e incluso la más importante es la improvisación. Músico que improvisa se acerca más al jazz que aquel que toca lo mismo una y otra vez. Pero esto no significa que toda improvisación sea jazz: aquí entramos de lleno a lo que los críticos han estudiado por muchos años y que prefiero llamar el problema del jazz.
Habrá que añadir otro elemento, éste es mucho más difícil de elaborar como intérprete y además de distinguir como escucha. El fraseo es el que obliga al músico a encontrar su propia voz pero también exige al escucha a distinguir entre uno y otro músico. Es la firma del músico, la marca personal. Pocos lo tienen, la mayoría se quiere parecer a otros. Pero lo más difícil como aficionado es distinguir a un músico sin ver la portada del disco. El blindfold test es una prueba para críticos y músicos de jazz, ésta consiste en escuchar una grabación sin ver la portada. Es muy complicado responder correctamente, esto demuestra hasta dónde el músico de jazz escucha y cómo escucha. Aquí una liga a varios blindfold test de músicos importantes y acá un video corto donde se demuestra que un músico eficiente puede equivocarse al escuchar a un clásico.
Además del fraseo, fundamental para que la música tenga calidad, existe un elemento más que aparece y desaparece en el jazz: el swing. A pesar de que muchos saben lo que es el swing, no todos saben cómo es el swing.
No todo el jazz tiene swing pero siempre el swing es jazz. El swing es la capacidad que tienen ciertos músicos de darle acentuación a los tiempos débiles en lugar de los fuertes. Pero va más allá de una explicación técnica. Esta cualidad rítmica no existía en la música africana ni en la europea. Aparece cuando se reúnen en Nuevo Orleans a finales del siglo 19 tanto las dos tradiciones anteriores junto a la música mexicana y la música tradicional sureña estadounidense. Esta amalgama se compenetró en el swing, esa tensión entre el tiempo objetivo y el tiempo subjetivo. Es un ritmo más suelto, libre, fluido, que permite sentir un bamboleo, una cadencia que arrastra el tiempo dos hasta el tiempo cuatro pero sin ser una síncopa completa.
Explicadas estas tres características brevemente es momento de revisar cómo las dos primeras determinan la calidad en el jazz.
Aunque al principio los músicos no improvisaban, al “embellecer” ciertos temas, al añadir algunas notas que no estaban escritas o incluidas en la melodía sembraron la raíz de la característica más importante. Esto nos demuestra que al hablar de improvisación apenas estamos destapando el problema.
Un músico que improvisa tiene la opción de hacerlo por encima de las armonías de la pieza, esto es, inventar nuevas líneas melódicas. Tanto puede ornamentar las líneas ya existentes o crear por completo unas distintas. A partir de los años cuarenta y con la irrupción del bebop los músicos comenzaron a improvisar más y dejaron la ornamentación a la mayoría de los músicos sin habilidad para inventar líneas originales. Un excelente ejemplo es Charlie Parker, quien podía tocar la misma pieza de dos formas totalmente distintas de la primera a la segunda toma y aun así se puede distinguir la melodía, no importa que no tocara las notas ya escritas.
Para poder explayarse en la improvisación es obvio que la creatividad del músico es importante. Y el problema se complica cuando los mismos músicos no saben por qué hacen lo que hacen. Pareciera que la intuición es el motor principal. Esta intuición funciona con la sencilla capacidad que tiene el ser humano de escuchar sonidos en su cabeza. Una habilidad que supongo todos tenemos pero que los músicos deben dominar y desarrollarla por encima del común denominador. También deben tener la facilidad de identificar un acorde y encontrar las relaciones con otros. Incluso algunos pueden deletrear acordes enteros, inventar melodías completas en su cerebro y después tocarlas. Ese proceso bastante complicado permite al músico escuchar todas las opciones y desechar las que no servirán. Mientras más desarrollada esté la capacidad, mejor tocará.
Los solos son el espacio en donde más se explaya el músico de jazz, ese momento le permite hacer lo que quiera. Es en el solo donde aparece el fraseo. Y lo hace, hasta cierto grado, gracias a la improvisación.
En el jazz, como en todo, hay obras maestras. Éstas se encuentran cuando un solo sobrepasa el mero nivel de interpretación y se hace famoso. Así, algunos solos que se consideran clásicos no serán tocados de manera distinta a como fueron creados. No es necesario trasladarlos a otras cumbres porque ya están suficientemente arriba. Lo improvisado queda unido al improvisador. Porque el jazzista, en ese momento, también es compositor y único intérprete de su solo. Quien repita nota por nota el mismo solo nada más demuestra habilidad técnica pero no imaginación. El sonido queda vacío, las sutilezas del original desaparecen. Esa cualidad del solo se traduce también en el fraseo. Distinguir un solo famoso tocado por su creador es la forma más sencilla de reconocer el fraseo.
¿Cómo distinguir la calidad en el jazz? La pregunta parece no tener respuesta. La calidad tiene más que ver con la intuición que con la razón. Esa intuición es la que nos hace recular ante los discos de Kenny G, porque aunque el saxofonista tenga muchas herramientas técnicas y haya conseguido un inútil record por tocar durante más tiempo la misma nota, tanto su fraseo ligero y meloso como la composición y la poca imaginación de sus líneas no logran entrar a la categoría de jazz. Lo mismo sucede con grupos fusión como Spyro Gyra, que son demasiados en el mundo del smooth jazz, el virtuosismo no es suficiente para construir música sobresaliente, incluso me atrevo a decir que muchos de estos grupos suenan iguales, sin una personalidad propia lo suficientemente atractiva para destacar. Y aunque Spyro Gyra o Kenny G llevan muchos años tocando, su música nunca ha alcanzado las alturas de Ben Webster o Weather Report. Para entender estas diferencias es necesario preguntarse por la calidad, algo que tiene mucho que ver con la intuición. Así que aprender a identificar al músico por su sonido, entender el proceso de improvisación y recordar que no solamente se trata de habilidad técnica, sino de creatividad al componer y tocar en el momento, son la base fundamental para distinguir entre la música de ascensor y el verdadero jazz.

Fuente: Daniel Herrera  / revistareplicante.com

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