domingo, febrero 02, 2014

Jazz: la sal de todas las músicas

(...) Las técnicas de repetir hasta la saciedad ciertas "canciones", ciertas composiciones con un ritmo simplón y vulgar hace que todo el mundo acepte y asuma que esa "música" es la moda y la que debe ser "bailada", "escuchada". Gran mentira, pues hay muchas músicas realmente bien elaboradas y con unos matices y calidad que nunca van a ser escuchadas, bailadas y sentidas por el alto grado de estupidez y manipulación de los que imponen las modas musicales y sociales en nuestro mundo actual.
Si uno se toma la molestia de escuchar ciertas emisoras o acudir a ciertos lugares de culto por las masas adictas al fin de semana, puede constatar que se repite el mismo sonido de una manera enfermiza y cansina. El ser humano es un ser muy simple, pues se conforma inmediatamente en ser oveja, en ser rebaño...
El buen jazz, y en general la buena música, huye de los rebaños y de las dictaduras que imponen ciertos necios, ciertos comerciantes sin escrúpulos.
Igual que la buena literatura, el jazz no necesita del anuncio y de la repetición para tener un espacio privilegiado y exclusivo. Es un manjar exquisito que se disfruta en compañía o en solitario, siempre en lugares a media a luz. El jazz y sus adeptos preferimos entrar en nuestro santuario musical conservando nuestra personalidad para así poder comprenderlo todo.
La vida de los otros no interesa para nada a los que tienen buena música envolviendo sus días y noches. Tampoco interesa acudir a esos antros donde la gente se apiña como borregos. Los santuarios del jazz son pequeños, amables y parecen más el salón de casa iluminado con una lámpara...
Cada uno puede hacer lo que quiera, pero es evidente que somos lo que escuchamos. Si uno se pasa el día escuchando ritmos copulativos y machacones, acaba siendo un tipo compulsivo, obsesivo y tan vulgar y necio como un político...
La madre de otras músicas es el jazz, tal y como podemos ver si tenemos un poco de curiosidad y sabemos indagar. El jazz tiene algo de clandestino, por ello todos los integrantes de esa religión sin dioses ni liturgias escritas, sabemos que esa música es una forma de vivir, una concepción abierta y plural del mundo.
Grandes escritores como Julio Cortázar, Paul Auster... han inmortalizado a músicos y lugares donde se hace jazz. París y Nueva York tienen sus pequeñas iglesias donde uno puede obtener esa paz y dicha especial que facilita el ejercicio de saber escuchar una música hecha con el alma, sin la intervención de máquinas que suplan la incompetencia y la ignorancia humana. (...)

Fuente: Antonio Marín Segovia / loquesomos.org

Ilustración: Maricar Lavin

1 comentario:

Jorge Antonio Cantú A. dijo...

Excelente descripción del jazz como el complemento base
en todo género musical, en el cual cada uno de los interpretes
pueden expresar sus sentimientos e ideas por medio
de sus improvisaciones, que como casi todos dicen: “hacer
sentir por medio de un instrumento”, en mi opinión representa
la máxima expresión musical.