Es lógico pensar que si la música resulta algo
tan universal, que nos acompaña desde hace miles de años, es porque debe
ejercer alguna función. No fue hasta mediados del siglo pasado que se
comenzaron a dar explicaciones que son estrictamente científicas sobre el efecto de la
música en el hombre. Dibner, Whitehead y Lidz descubrieron que un estilo musical ocasiona una respuesta
emocional y que la música es un camino en el cual el individuo puede aliviar su
tensión y frustración. Poch en 1999
establece el principio de compensación, según el cual todos buscamos en la
música aquello de lo que carecemos en un momento determinado (inspiración,
energía, serenidad, quietud…). Por consiguiente, elegimos en cada momento la
pieza musical o el tipo de música que puede suplir nuestras carencias a través
tanto de la audición como de la expresión instrumental, el canto o la danza.
En el año 2010, se publicó un estudio que
identificó los seis factores fundamentales que hacen que la gente escuche
música, son los siguientes:
Identidad personal. El tipo de música que nos gusta da
información sobre aspectos de nosotros mismos. Incluso los géneros más amplios
como el Rock, el Blues o la música Clásica. Al mismo tiempo, también nos
descubrimos a nosotros mismos a través de la música; es posible crear y
proyectar una imagen de nosotros mismos.
Gestionar el buen estado
de ánimo. Cuando se
está de buen humor, la música favorece la esperanza y el optimismo, incluso
tras una mala experiencia. En un estudio publicado este mismo año, se dijo a
los participantes que habían realizado mal una tarea. Aquellos a quienes se les
puso música animada y positiva después, se mostraron más positivos y optimistas
respecto al futuro que aquellos que esperaron en silencio.
Gestionar el bajo
estado de ánimo.
Otro de los motivos por los que escuchamos música es para lidiar con las
emociones negativas. Cuando se está de bajón, puede resultar catárquico
escuchar música triste y pesimista. De algún modo, ayuda a identificarse con el
artista, reduciendo la sensación de soledad. La música se utiliza para aliviar
tensiones, expresar sentimientos y evadirse de la rutina diaria. Diversos
estudios han demostrado que la música donde predominan los ritmos lentos parece
especialmente efectiva para relajar a personas de naturaleza introvertida, si
bien no parece suceder lo mismo o al menos no resulta tan efectiva con gente de
temperamento extrovertido. Según David
Huron, de la escuela de música de la Universidad de Ohio, la gente que
disfruta escuchando música triste lo que realmente está experimentando son los
efectos de la prolactina, una hormona que el cuerpo libera cuando estamos
tristes o depresivos, y que nos ayuda a sentirnos mejor. La gente que no soporta escuchar música
triste, según Huron, no segrega
altos niveles de prolactina al escuchar este tipo de música, por lo tanto lo
único que consigue es sentirse aún más triste, pero ni rastro de nada
reconfortante.
Para aprender de los
otros y el mundo.
La gente escucha música por la forma en que esta describe y enseña el mundo.
Cuenta historias y pensamientos de otra gente; muestra lugares y accesos a nuevas
experiencias. La investigación al respecto resalta la importancia de la
información que la música proporciona sobre nuestra personalidad, y cómo somos
capaces de juzgar a otros sólo basándonos en sus canciones favoritas.
Relaciones
interpersonales. Otro
factor importante resultó ser la influencia de la música en el contexto social.
La música es un tema de conversación, es una forma de establecer un contacto.
La relación de la música con temas como el amor o la amistad es incuestionable.
Es más, un estudio llevado a cabo en Francia demostró que la probabilidad de
que una mujer accediera a una cita aumentaba casi el doble si sonaba música
romántica (en concreto, Je l’aime à mourir, de Francis Cabrel) cuando se le preguntaba.
Diversión. Escuchamos música porque es
divertido. Es algo que hacer cuando no hay nada que hacer. Sin embargo, un
reciente estudio demuestra que es mejor no utilizar música de fondo cuando se
está tratando de realizar una tarea complicada, especialmente, música triste:
distrae y reduce la ejecución en tareas cognitivas estándar.
Fuente: jesusgonzalezfonseca.blogspot.com
1 comentario:
Genial =)
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