“…Desde luego, existe mucha música que no requiere una atención especial para gozarla. La música satisface una vasta gama de apetitos, y una comparación con un menú bien planeado ilustrará nuestro punto. Después de todo, un aperitivo pretende estimular, y un plato fuerte aspira a alimentar; el postre pretende ser como una grata reflexión, para despedir a los comensales”
“…Lo anterior no implica que el equivalente musical de unos malos alimentos es malo para la salud sino, en cambio, que una dieta restringida a una sola especie de arte resulta limitadora.”
La satisfacción en la música, más allá del "me gusta” o, “no me gusta", parece ser coto cerrado del especialista. La cuestión se agrava si nos referimos a las llamadas corrientes de vanguardia. En este terreno la música ocupa uno de los últimos lugares -si no el último- en cuanto a comprensión popular. ¿Por qué? La terminología musical, el papel de cada uno de sus elementos, el porqué y el cómo de la música son materias que difícilmente se encuentran al alcance del oyente de modo asequible y preciso.
Tomado de: la introducción de William Schuman al libro, “como escuchar la música”, de Aaron Copland.
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