Chico César mostró el proverbial espíritu brasileño, su alegría, el optimismo que caracteriza a ese pueblo como, la extraordinaria musicalidad. Y es que Brasil es en definitiva un país, casi un continente, de gran riqueza folclórica, de profundas tradiciones y de gente que, a pesar de todo, siempre sonríe. Desde el mismo comienzo de su presentación, el humor, el ritmo y el canto se adueñó del espacio. A pesar de algunos problemas de sonido (especialmente con la amplificación del bombo de la batería) que eran más notorio en la audición de la platea que, en el monitoreo de los artistas, Chico y Priscila desarrollaron en complicidad con un público entregado al carisma y simpatía del norteño un excelente show, acústico, colorido y entretenido. No faltaron los temas más conocidos del repertorio de Chico quien no pudo disimular su asombro y orgullo cuando todo el Solís cantaba y seguía perfectamente sus melodías. Poesía, algo de filosofía o, situaciones de vida, muy bien hilvanadas con toda la fuerza de la música pernambucana con el Carimbó, el Forro y las fusiones de Reggae. Chico César es un guitarrista de interesantes giros, y junto a Priscila Brigante – correcta, sin excesos – en las percusiones, logró llenar con su presencia y su personalidad artística todo el escenario, el ámbito del Teatro Solís. Un toque musical, de color y sabor distinto, necesario para ir entendiéndonos como región.
Totalmente merecidos para Chico, los aplausos y la algarabía de los dos bises a sala repleta y de pie.
Del 1 al 10 ...le ponemos un 10 y pico!
Foto: Andrés Cardinal / Especial
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