De Brooklyn a Montevideo, llegó por primera vez y, al Teatro Solís. Precedido en la cartelera del Jazz Tour de los últimos meses por verdaderas figuras del jazz de estos tiempos. Liebman, de paso hacia Buenos Aires, traía entre otras contundentes credenciales, el ser considerado como el mayor exponente de la improvisación. En una noche muy especial, para quienes tuvimos la oportunidad, la ocasión o, la feliz determinación de concurrir a conocerlo, no solo lo corroboró, con su extraordinaria presentación, sino que nos mostró algo que es una constante en los artistas que nos visitan, su profesionalismo, su sencillez y la entrega en el escenario. Siempre inquieto los sonidos de Liebman reflejan los eclécticos estilos musicales que ha asimilado en más de 30 años de carrera. Sin embargo uno tiene la sensación de que va siempre más lejos. Prácticamente acústico, tal como es la tendencia actual, la propuesta musical en colectivo que al frente del cuarteto él propone, requiere una escucha atenta y detenida para disfrutar en su plenitud del alto grado de compenetración e improvisación al que son capaces de llegar estos cuatro músicos en vivo. Una sección rítmica intensa y apasionada que, en todo momento, creó los climas y ambientes imprescindibles como perfectos para el desarrollo temático y, el ensamblaje ajustado, aceitado se advierte de inmediato en esta formación que viene tocando junta desde hace varios años. La música de Liebman y compañía está envuelta de armonías inusuales y espacio para la improvisación colectiva, y abarca desde los aires jazz fusión dónde la guitarra de Vic Juris protagonizaba con la creatividad del pulso contundente de un inspirado Tony Marino en el contrabajo como, otras veces profundamente conmovedor en misteriosas armonías, el estilo de música de cámara o, el fluir de las escobillas poli cromáticas, en el soporte por momentos imperceptible y en otros vigoroso del siempre ocurrente Marko Marcinko en la batería. Liebman se creció en un tono profundo y enigmático, en otro momento lírico, cuando en la interpretación de "Lonely Woman", impregnó todo el teatro con una sonoridad ligeramente oriental e hipnotizante de su flauta de madera, para rematar con una muy libre y expresiva versión del clásico “My Favorite Things”. El encanto atrapante del jazz, cuatro extraordinarios artistas en escena, la magia de la música en vivo y, el Solís para una noche …impecable.
Del 1 al 10, le damos un 11.
Foto: Especial / Andrés Cardinal
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