miércoles, mayo 23, 2007

El retroceso ...avanza

(Crónica de una música mal anunciada?)

Cuenta Leandro Fanzone en su magnífico Blog "Seikilos", que Aaron Copland en su libro "What to listen for in music", libro escrito en 1939; y que, en una revisión de 1957, agrega un capítulo obligado sobre las grandes dificultades que tiene la gente para escuchar la música contemporánea, es decir, la música del siglo XX. Copland arguye, casi desde la desesperación, que la gente que no es capaz de encontrar deleite, o sentimiento, en la compleja música de un Stravinsky, de un Bartók, de un Richard Strauss, es porque no ha querido prepararse, educarse, para escucharla; arguye que a la gente le falta exposición a la nueva música. Repite que la gente no tiene la formación necesaria para escuchar la música de su propio tiempo, y que no tiene voluntad para tenerla.
Más de medio siglo después, entiende que las dificultades no son menores, y la gente sigue prefiriendo a los grandes de la antigüedad (a Bach, a Mozart, a Beethoven, digamos) cuando se dispone a escuchar música culta.La segunda observación es que pensar que intelectualmente el público no está a la altura de la música de su tiempo es un error. Las intrincancias armónicas y rítmicas del jazz, para las que nadie -ni siquiera los músicos cultos- estaba preparado, no evitaron su extrema popularidad, aún entre las clases más bajas y menos educadas. Lo mismo puede decirse de las disonancias de un Piazzolla, de las armonías de la música brasileña. Creo que muchos devotos de Beethoven (estoy hablando de los que no son músicos, naturalmente) son incapaces de explicar estructuralmente sus sinfonías, esto es, de trabajar intelectualmente la complejidad de un Beethoven, y sin embargo, su música no requiere de estas explicaciones para su deleite. (seikilos.com.ar)
"Eso no es jazz" es uno de los comentarios más habituales que, viene normalmente de los ortodoxos o puristas (olvidando que esto se ha dicho de casi todos los músicos contemporáneos, fundamentalmente de quienes ahora, son considerados imprescindibles).
Lamentablemente, no faltará quien opine que, la música contemporánea "disonante" (porque hay otras que sí funcionan: Piazzolla, Philip Glass, Barber, Bernstein, Arvo Part) en general, no gusta al ser humano porque no conecta con nada íntimo de su ser......y que eso tiene que ver con la física de los armónicos (aunque el sistema temperado desafine imperceptiblemente la escala, sigue habiendo una percepción gestáltica generalista) y no le gustará nunca! a nadie que no sea parte interesada en hacerla, tocarla, o que tenga amistad con alguien involucrado en ella (ahí están las "asociaciones privadas" de Hesse).
Juan Carlos Martínez Coll, sentencia: "...Todo lo nuevo es visto como un atentado contra la vieja cultura de cada sociedad y los pobres tienen miedo de perder la única riqueza que les queda, el modo de vida heredado. Resulta chocante por tanto escuchar los bien intencionados alegatos en favor de defender 'la identidad cultural de los pueblos' frente a 'las agresiones de la cultura occidental'.
Esa aparentemente progresista argumentación esconde en realidad un paternalismo conservador y un etnocentrismo"
Más comedida, María Del Carmen Aguilar argumenta que, "...en muchas sociedades, ciertas tradiciones musicales parecen haberse separado del mundo en el cual vive la gente. Por ello, muchas oportunidades de relacionarse con la música que se ofrecen a la comunidad, son percibidas por ésta como algo ajeno. Un desafío para el sistema educativo consiste en lograr que la gente y la sociedad en su conjunto se sienta dueña de su música; este desafío implica una toma de conciencia con respecto a las maneras en que los músicos interactúan con las audiencias en diversas situaciones, empleos y ámbitos culturales".
Inmersos como estamos, en estas -nuestras- realidades que no son endémicas ni particulares y donde todos nos vemos reflejados, reflexionamos en que, cualquier cambio no tendrá mayores resultados en la educación sistemática en escuelas e instituciones, si los medios de comunicación no acompañan a diario instalando o, proponiendo modelos, modas, calidad y rutas en la música.
Enrique Vasconcellos, músico-educador, chileno por su parte nos dice que se cree, que la escasez generalizada de la enseñanza de la música en la etapa secundaria de la educación, sumado a una precaria formación en la etapa básica, ha creado una especie de analfabetismo musical que cada vez se ve más presente en nuestra sociedad. Entonces, cabe preguntarse ¿Cómo podrá existir, una demanda de música, sino existe primero la necesidad de ella? Es como pedirle “peras al olmo”, es quizás el resultado de la mala inversión en educación artística de la cual nuestros niños y jóvenes son victimas. El problema no está en ellos, sino en aquellos que trazan el destino de la educación.(...) La música es una necesidad del espíritu humano que nos mantiene sensibles, nos hace seres felices y libres. Pero lamentablemente, se ha convertido en un producto de consumo y como tal, se rige por las normas del mercado, transformándose en una gran fuente de ingresos para los empresarios de la música, que a través de estrategias de marketing y de la actividad comercial logran captar la atención del público convirtiéndolos en autómatas consumidores". (...)
Donde estaría parte de la solución o, el "comienzo" por donde continuar?. Reconocer, primeramente nosotros los profesionales de la música, la importancia de nuestros creadores y artistas dándoles igualdad de oportunidades, fortaleciendo el concepto de identidad cultural basada en la diversidad y no centralizada y uniforme como sucede hoy en día.
"El color es un medio para ejercer una influencia directa sobre el alma. El color es la tecla. El alma es el piano con muchas cuerdas. El artista es la mano que por esta o aquella tecla, hace vibrar adecuadamente el alma humana". Kandinsky

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