En una entrevista aparecida en el número 15 de la
revista Redes para la ciencia, Jaume Terradas, catedrático emérito de ecología
de la Universidad Autónoma de Barcelona, comienza con la siguiente reflexión:
"Tenemos el vicio de pensar que el mundo está
hecho para nosotros, que está a nuestro servicio. Pero la naturaleza no es
nuestro patrimonio, sino que formamos parte de ella. (...) Deberíamos entender
que pertenecemos a este mundo y que, por tanto, también dependemos de él.
Estamos vinculados por una serie de nexos que son necesarios para que nosotros
y nuestros descendientes sobrevivamos".
(...) algunos se escudan en su confianza en el
progreso. Esto no es más que un acto de fe, no hay ninguna prueba de que el
progreso garantice soluciones para todo.
Me temo que, si reaccionamos cuando ya no quede más
remedio, es probable que la respuesta no sea racional y solidaria, sino
forzada, con unas actitudes mucho más dogmáticas y autoritarias. Estoy pensando
en un mundo en que la dureza de las condiciones externas obligue a retroceder
en el grado de libertades individuales.
A ello nos conduce el “progreso”. Visto lo visto,
¿es “racional” seguir confiando en que los que dirigen este tinglado están
pensando en nuestro bien porque también debe ser su bien? ¿Les beneficiará de
algún modo ese futuro probable que estamos creando con nuestra actitud?
Nuestra relación con la naturaleza parece que no es
una cuestión de simplemente escuchar cómo cantan los pajaritos. Hay un trasfondo
mucho más complejo que no queremos ver porque aterra pensarlo posible. Para
quienes prefieran suspirar y seguir aletargados, sólo un dato: lo de que el
avestruz esconde la cabeza bajo tierra para no enfrentarse al peligro es un
mito. La realidad es que son seres con gran capacidad para encarar las
amenazas… no hay otra forma de seguir con vida.
Fuente: amanecer2012.com
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