Así surgió una obra cumbre, Jazz Life, que marcó un hito dentro de la fotografía documental sobre uno de los estilos musicales más desconocidos para el gran público y que, sin embargo, tiene uno de los grupos más fieles de seguidores en todo el mundo.
Conocí la obra de Claxton gracias a mi gran devoción por el genial trompetista Chet Baker -lo escucho desde mi niñez-, a quien retrató con una brillantez única. Mientras la carrera de Baker iba en aumento, las fotografías de Claxton se revalorizaban; así que, las fotografías de uno encumbraban al otro, y el valor musical de este último elevaba las instantáneas a la categoría de objeto de culto.
De este modo, iniciaron una estrecha relación en beneficio de ambos que ha quedado grabada en nuestras retinas.
William Claxton nos ha dejado. Pero, el hombre que decía hacer jazz para los ojos, no ha legado su magistral obra. Particularmente, la esencia de cada fotograma, en los que podemos ver escenas intimistas sobre el mundo del jazz, han hecho que Claxton sea uno de los personajes que han aumentado mi fervor por esta música. Un genio del objetivo que siempre será recordado por ser capaz de transmitir el alma de la música a través de una fotografía muda. Por último, solo quiero que recuerden una cosa: JAZZ.
(Eric / humanistaeintelectual.blogspot.com).
Foto: André Previn por William Claxton
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