martes, julio 03, 2007

John Cage: Construir con sonidos

John Cage fue un músico polémico, y no cabe duda que como músico fue un gran arquitecto; no por construir y modelar las ondas hertzianas y armonías instrumentales, sino por obras como el 4’33’’. (El título hace referencia a la duración cronometrada de la composición, que -normalmente- consiste en cuatro minutos y treinta y tres segundos de silencio.) Ante un auditorio expectante, con los oídos listos a escuchar su ejecución al piano, su obra consiste en cerrar el teclado durante 4 minutos y 33 segundos exactos, y al terminar destapar el teclado.
Su obra no es la ejecución, sino el hacer que la audiencia oiga, primero el silencio, luego un carro que pasa a lo lejos, después un insecto y poco después los murmullos de la misma audiencia, que se queda estupefacta ante tal concierto. Por primera vez el Maverick Concert Hall fue escuchado el 29 de agosto de 1952, día de la presentación de 4’33’’. Por primera vez las personas escuchan una sala de conciertos, un lugar en donde están reunidos con la única finalidad de escuchar; y sorprendentemente se escuchan a ellas mismas dentro de este concierto.
A propósito de Cage, Carmen Pardo Salgado explica (...) El silencio posee un valor cuantitativo: la figura que lo representa y que indica por cuanto tiempo se debe interrumpir la nota, así como un valor que podría llamarse intensivo y que depende del lugar que ocupa el silencio en la composición. El modo en que se escucha el silencio en esas construcciones viene determinado, generalmente, por la manera en que se atiende al sonido. (...)Aprender a escuchar, aprender a escuchar el silencio y el sonido van a provocar una autoalteración. Esta es como es sabido, la enseñanza que nos brinda el músico norteamericano John Cage quien de modo magistral enseñó a escuchar las formas del silencio. Unas formas que requieren destruir la grafía del lenguaje, de la memoria, para mostrar que silencio y sonido siempre están en continuidad. (...)
(...) El interés por el silencio hace mella en Cage con el conocimiento de la tradición musical de la India, que considera que el sonido siempre continúa. De ella tomaría el músico en los años cuarenta su inclinación por ese centro sin color que separa las emociones blancas, (lo heroico, lo erótico, lo alegre, lo maravilloso) y las negras (el miedo, la cólera, el disgusto y la preocupación). En el centro sin color, la tranquilidad que libera de los gustos y disgustos. En el centro se encuentra el silencio de Cage, ese nuevo oído que aprendió a acallar su voz para abrirse a todos los sonidos. (...)
"Lo prodigioso en esto es cuando la actividad llega a detenerse, lo que se ve inmediatamente es que el resto del mundo no se ha detenido. No hay lugar sin actividad... Así la única diferencia entre actividad e inactividad está en la mente". Montague 1982
Aprender a escuchar no implica descubrir nada nuevo, sino redescubrirnos a través del mundo en el que nos conducimos. La experiencia estética, ya lo dice Hillman, es simplemente la capacidad de sentir asombro por las maravillas del mundo, imaginándolas y re-imaginándolas en el corazón. Así, no es necesario enmarcar sólo una escena para saber que somos parte de un happening perpetuo, ni tampoco citar a veinte autores distintos para justificar que música y arquitectura suceden incontenibles e inevitables. Visto en: todoarquitectura.com
Escuchar, al igual que sentir, es simplemente dejarse seducir por lo obvio.
"No es culto en música aquel quien distingue todas las notas sino aquel quien sabe apreciarlas y darles su significado". Josep Oriol López Bosch

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