(...)
Las técnicas de repetir hasta la saciedad ciertas "canciones",
ciertas composiciones con un ritmo simplón y vulgar hace que todo el mundo
acepte y asuma que esa "música" es la moda y la que debe ser
"bailada", "escuchada". Gran mentira, pues hay muchas
músicas realmente bien elaboradas y con unos matices y calidad que nunca van a
ser escuchadas, bailadas y sentidas por el alto grado de estupidez y
manipulación de los que imponen las modas musicales y sociales en nuestro mundo
actual.
Si uno se
toma la molestia de escuchar ciertas emisoras o acudir a ciertos lugares de
culto por las masas adictas al fin de semana, puede constatar que se repite el
mismo sonido de una manera enfermiza y cansina. El ser humano es un ser muy
simple, pues se conforma inmediatamente en ser oveja, en ser rebaño...
El buen
jazz, y en general la buena música, huye de los rebaños y de las dictaduras que
imponen ciertos necios, ciertos comerciantes sin escrúpulos.
Igual
que la buena literatura, el jazz no necesita del anuncio y de la repetición
para tener un espacio privilegiado y exclusivo. Es un manjar exquisito que se
disfruta en compañía o en solitario, siempre en lugares a media a luz. El jazz
y sus adeptos preferimos entrar en nuestro santuario musical conservando nuestra
personalidad para así poder comprenderlo todo.
La vida
de los otros no interesa para nada a los que tienen buena música envolviendo
sus días y noches. Tampoco interesa acudir a esos antros donde la gente se
apiña como borregos. Los santuarios del jazz son pequeños, amables y parecen
más el salón de casa iluminado con una lámpara...
Cada uno
puede hacer lo que quiera, pero es evidente que somos lo que escuchamos. Si uno
se pasa el día escuchando ritmos copulativos y machacones, acaba siendo un tipo
compulsivo, obsesivo y tan vulgar y necio como un político...
La madre
de otras músicas es el jazz, tal y como podemos ver si tenemos un poco de
curiosidad y sabemos indagar. El jazz tiene algo de clandestino, por ello todos
los integrantes de esa religión sin dioses ni liturgias escritas, sabemos que
esa música es una forma de vivir, una concepción abierta y plural del mundo.
Grandes
escritores como Julio Cortázar, Paul Auster... han inmortalizado a músicos y
lugares donde se hace jazz. París y Nueva York tienen sus pequeñas iglesias
donde uno puede obtener esa paz y dicha especial que facilita el ejercicio de
saber escuchar una música hecha con el alma, sin la intervención de máquinas
que suplan la incompetencia y la ignorancia humana. (...)
Fuente: Antonio Marín Segovia / loquesomos.org
Ilustración: Maricar Lavin
1 comentario:
Excelente descripción del jazz como el complemento base
en todo género musical, en el cual cada uno de los interpretes
pueden expresar sus sentimientos e ideas por medio
de sus improvisaciones, que como casi todos dicen: “hacer
sentir por medio de un instrumento”, en mi opinión representa
la máxima expresión musical.
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